Viviendo para soñar...
- Nino
- 12 de abr. de 2019
- 2 min de leitura

Tengo sueños increíbles. La mayoría son sensuales, otros fuertemente eróticos, algunos muy divertidos y que me recuerdan el pasado; por todos, duermo bien unas nueve horas por día, en la “mera” expectativa, diría Robertico, mi amigo mejicano. La noche anterior, una linda mujer me visitó (digamos que me revisitó), iluminada por un hermoso haz de claro de luna. En estos recurrentes sueños, el inicio casi siempre se repite: ella se acerca, lenta, suavemente y de perfil, no me mira, pero aprieta delicadamente mi mano, luego acaricia mi cabeza y con esa boca sensual, de adorables labios, me da un beso de aquellos; me dejo llevar por el calor de esa extraña figura de mujer, determinada y comandante. Ella murmura, susurra y no me deja que le entienda; murmulla suaves melodías en cuanto me roza con su piel sensual y tibia. Después de un tiempo que, para mí, en estado abismado/estupefacto, es muy corto, esa beldad se levanta, me abandona sin decir nada y me quedo absorto, esperando que retorne a la noche siguiente. Durante el día me pregunto cómo podría llegar a comandar estos sueños que parecen ensueños. Siento que mi vida comienza a estar, en gran parte, compuesta y dependiente de estos interminables sucesos nocturnos.
Hoy aparece como una silueta sinuosa que se mueve sorprendentemente hermosa. En silencio, observo su andar cadencioso y gracioso, haciendo gestos de acomodar objetos en la habitación, y me doy cuenta de que estos no se mueven. Ella luce un vestido blanco con un lindo collar de caracoles de color sepia o rosa suave, con un desenfoque de tono verde de fondo. Se vuelve y me observa durante unos segundos; hay en sus ojos nublados una lejanía, una tristeza, mucha ausencia, jamás una sonrisa.
El sentimiento y la emoción hacen, de este lugar, algo muy bucólico; suspiro profundamente por esa visión de belleza. Sé que, si trato de hablarle, ella no responderá; me quedo quieto esperando alerta y mi emoción aumenta. La distancia entre ella y yo se extiende desde mi curiosidad hasta mi anhelo de estrechar, una y mil veces, su cuerpo. Ahora retira los ojos de mí, comienza a moverse y la veo que se aleja; luego la siento cantar, sigo sus sonidos y su hermosa estela; me aproximo y desolado ya no la siento.
Extenuado trato de olvidar y, cuando estoy casi durmiendo, ella vuelve y se desliza suavemente en medio de las sábanas. Siento su cuerpo silencioso, cálido y muy voluptuoso. Incapaz de reaccionar y evitarlo, me abandono al sentimiento de su intensa presencia, sabiendo que pagaré muy caro por ello. Difícil y heroico es desprenderse de este prolongado y acompasado sueño, ¡uf!
¡De razones vive el hombre, de sueños sobrevive! (Miguel de Unamuno).
Nino
Agosto 2021
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